Por: Alejandro “El
Profe” Bohórquez
#ElProfeDelMetal
Un saludo metalero. Recientemente
estaba revisando algunos videos sobre tendencias y modas musicales en los
últimos 60 años, y obvio al oír lo que sonaba mi esposa me preguntó: “¿ahora
andas escuchando Reguetón?”. Por supuesto, negué tener mayor interés por el género
musical que actualmente domina los grandes medios, y que además lleva casi dos
décadas de reinado para sorpresa de sus detractores. A todas luces, el reguetón
no posee los elementos musicales y emocionales que hacen que me interese en un
género musical, tales como la rabia, la intensidad, la distorsión, y cierto
espíritu beligerante de incomodidad; sumado al hecho que el estar tan de moda hace
que mi hípster interior pierda interés. Acto seguido, en la conversación que
sostuvimos también surgió otra pregunta: ¿qué tendría que pasar para que me
interesara dicho género?
La pregunta no es del
todo descabellada, mal que bien los géneros que fueron agrupados como Rock n’
Roll durante la década de 1950 y el posterior Rock marcaron la moda del
momento, y hasta la década pasada su influencia en la música Pop era notoria. Lo
interesante aquí, es cómo a pesar de las modas el Rock y sus derivados lograron
devenir en los géneros y subgéneros que se catalogan como Música Extrema, llegando
incluso a la creación de un género nuevo en el Heavy Metal, que ha marcado la
pauta en este tipo de sonoridades. De manera análoga, en la Electrónica con el
paso del tiempo también se han desarrollado familias de subgéneros[1] como el Industrial, el
Hardcore Techno o el Drum n’ Bass que bien pueden considerarse extremos, y
satisfacen las condiciones expuestas anteriormente. De hecho, en el Rap está el
Horrorcore cuyas líricas son bastante cruentas, algunos MC guturean, y hay samples
de películas de terror y Metal Extremo. ¿Podría pasar algo similar dentro del
reguetón en las próximas décadas?
Por lo pronto, considero
que el pensar que algo así se dé es ver las cosas de una manera muy lineal, ya
que no necesariamente todos los géneros musicales evolucionan hacia esa pulsión
tanática. A manera de ejemplo, podemos evidenciar cómo en la música tropical no
se ha llegado a ese extremismo, aunque algunas canciones de Salsa hacen
referencia a la muerte, las drogas y la delincuencia, a la larga siguen siendo
música fiestera; algo similar sucede en la música popular, los Narcocorridos sin
sus letras violentas suenan a cualquier otro Corrido (y por eso no se incluyen
dentro de la Música Extrema). De hecho, el conservadurismo propio de la Música Folclórica
no permitiría tales devaneos. Todo esto, tiene que ver con el carácter o
propósito original detrás de cada género musical, a la larga, los géneros
electrónicos citados siguen teniendo el baile como punto de referencia (aunque
es chévere ver a los ultras del Feyenord Rotterdam haciendo mosh con Hardcore
Techno), y el Horrorcore mantiene las reivindicaciones étnicas propias del Rap.
De ahí que sea dudosa la posibilidad de un Reguetón extremo.
He aquí el meollo del
asunto, desde sus orígenes el Rock tiene un marcado espíritu de rebeldía
desbocada, heredada con toda certeza del Blues con figuras como Robert Johnson
y su mítico pacto con el Diablo, además de fundar el Club de los 27. Ya sea por
las tensiones de la integración racial, el choque intergeneracional, las
debacles de la post-industrialización, o el descontento ante los excesos de la
globalización, el Rock y sus derivados han servido como banda sonora a estas
manifestaciones, y se mantienen como el nicho natural de los que estén inconformes
por una razón o la otra, o porque sí. Es más, desde la década de 1960 se ha
intentado declarar su muerte, pero de alguna manera ha mantenido su vigencia a
pesar de los intentos por domeñarlo con estupideces contradictorias como Soft
Rock o Adult Oriented Rock, aunque en la actualidad existan más argumentos para
su acta de defunción debido a su ausencia en las ya mencionadas tendencias de
moda.
Es en este punto, donde
considero que precisamente es un buen momento para el Rock, el Metal, y demás
géneros y subgéneros asociados en mantener ese carácter originario de rebeldía
al pasar de ser la música de moda a una música de culto. Precisamente, al ya no
estar en el foco de la atención de los grandes medios, y encontrarse de nuevo
en las periferias de la música, estos géneros musicales pueden demostrar qué
tan rebeldes y contracorrientes son en realidad, además de haber contado desde
hace rato ese carácter cultista que hace que todos sus seguidores deban tener
casi que una devoción completa y un conocimiento enciclopedista de su historia (lo
cual ha traído consigo también cierto inmovilismo, hay que decirlo). Y en esto
insistiré tercamente, de mantener ese carácter rebelde hay que abstenerse de
esos intentos de elevarlo a un “alto arte” como sucedió con el Jazz, la técnica
por la técnica hace que se pierda esa intensidad de la inmediatez rebelde.
Como lo he dicho en repetidas
ocasiones, mientras haya jóvenes iracundos y alborotados habrá Rockabilly, Rocking
Blues, Garage Rock, Psychedelic Rock, Heavy Metal, Punk Rock, Hardcore Punk,
Thrash Metal, Death Metal, Black Metal, Grindcore y lo que siga y me haga falta
por nombrar, ningún otro género musical hasta el momento proporciona tal nivel
de adrenalina. Las condiciones están dadas para dejar las tendencias
acomodaticias que han marcado las últimas décadas, y de todos modos, por lo
menos en el caso colombiano no es que la juventud haya sido siempre 100%
rockera, más bien estos han sido los bichos raros e insisto en que este es su
espacio. Si aparece algo que satisfaga igual o más esa necesidad de adrenalina,
bienvenido sea, pero mientras tanto, es hora que los bichos raros mantengamos
esa rebeldía sin causa que nos caracteriza.
Que buen análisis profesor
ReplyDeleteMuchas gracias
DeleteConcuerdo con este gran blog es una inmensa verdad, gracias un saludo hao metal seee
ReplyDeleteUn gran saludo, gracias
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