Por: Alejandro “El
Profe” Bohórquez
#ElProfeDelMetal
Un saludo metalero. El
mes pasado hice un análisis o revisión de mi género favorito dentro del Heavy
Metal, el Death Metal, y poco tiempo después de publicada esa columna me
lanzaron el reto de escribir sobre el género que menos me gusta dentro del
Metal, y este es el Power Metal. Aunque yo prefiero escribir y hablar sobre lo
que me gusta, al generarme más pasión e interés a la hora de sentarme a
estudiar todo el material disponible, pero me parece un ejercicio interesante el
hacer una revisión de aquello a lo que no se le tiene gusto, cuando menos para
poder ofrecer una razón de porqué ese desagrado. Dados los acontecimientos
actuales, casi me quedo sin escribir la columna de este mes mientras me adaptaba
a la cuarentena, pero aprovechando que le queda un día a marzo voy a hacer este
análisis de la forma más imparcial posible, para solo ofrecer mi opinión en la
conclusión.
Antes de todo, es bueno
delimitar el contexto en el que aparece el Power Metal, y todo parece indicar
que este género emerge del caldo de cultivo que se dio con la New Wave Of
British Heavy Metal (NWOBHM), de donde también surgen el Speed Metal y el
Thrash Metal. Sin embargo, mientras que el Speed Metal ha hecho por mantener
intacto el sonido y el espíritu de la NWOBHM, y por su parte el Thrash Metal
exploró cercanías con el Punk y el Hardcore dando pie al inicio de la Música
Extrema; el Power Metal por su parte reivindica los valores originales del
primer Heavy Metal, manteniéndolo en el estado de mayor pureza posible,
evitando cualquier “contaminación” Punk o de otro género. Ateniéndome a uno de
los puntos de la definición dada por Salva Rubio del Metal Extremo, aquel que
contiene influencia tanto del Metal como del Punk, es por ello que el Power
Metal no se ha tenido en cuenta dentro de esa categoría, aunque más adelante se
podrán observar elementos que podrían considerarse extremos.
Aunque el Power Metal al
igual que los demás géneros dentro del Heavy Metal tiene una fuerte herencia
del romanticismo decimonónico, que será mencionada más adelante, es posible
afirmar que de todos los géneros metaleros el Power Metal es el más cercano a
su contraparte ilustrada. Dado que el Power Metal privilegia la técnica sobre
otros elementos musicales, es interesante cómo este género sigue la pauta de Yngwie
Malmsteen y su concepto del “Metal Neoclásico”, donde el virtuoso guitarrista asegura
no tener influencia alguna de Jimi Hendrix (o cualquier atisbo de Blues), recordando
aquí que el neoclásico era el estilo predilecto de los ilustrados, que retomaba
los ideales de perfección, virtud y belleza de la antigüedad grecorromana. A
pesar de que Malmsteen también referencia a la figura romántica de Paganini, es
evidente la preferencia por las estéticas refinadas y racionales de la
ilustración, frente a la visceralidad e inmediatez que caracterizan al
romanticismo.
Es precisamente este
rasgo estético lo que suele caracterizar al Power Metal, y donde es evidente su
búsqueda de la pureza del Heavy Metal, las voces operáticas, los riffs
elaborados, los solos exigentes, y las baterías marchantes que caracterizan a este estilo, encuentran alta resonancia en el género aquí estudiado. Por ello, trayendo
el elemento geográfico al análisis es comprensible que este género tenga una
popularidad histórica en Europa continental, donde el concepto de alta cultura
es todavía bastante relevante, recolectando siglos de música culta como algo
muy propio, siendo los fans del Power Metal una voz fuerte que apoya la
inclusión del Heavy Metal dentro de este concepto. También es de destacar la
popularidad de este género en Japón, lo cual tiene explicación histórica
similar a la europea dada su alta estima por la estética y el refinamiento, que
es notorio en su arte pictórico (desde los retablos hasta el manga), sus
rituales, y hasta su jardinería; no sorprende entonces que parte del público
nipón reconozca esos valores en el Power Metal, y por eso tenga la mayor
publicación especializada en Metal (¡80 páginas mensuales!).
Sumado a esto, se debe
señalar en este instante cuál es la herencia del romanticismo que posee el
Power Metal, y esta es la apropiación casi total que hace de la narrativa épica
(incluyendo la banda), dejando casi de lado otros temas que suelen encontrarse
en el Metal. Al parecer, esta fascinación por las gestas heroicas es herencia del predecesor del Power Metal dentro de los pioneros del Heavy Metal, que en
este caso es la banda Rainbow liderada por el neoclásico guitarrista Ritchie
Blackmore, y cuya temática era ideada por el legendario Ronnie james Dio,
demostrando acá ese fuerte vínculo entre todos los géneros mencionados. Así entonces,
el Power Metal toma lo neoclásico y lo épico como los componentes principales
de su estilo, y así como otros géneros utilizan el horror o el ocultismo como
vehículo simbólico para expresar su descontento, es muy probable que el Power
Metal use sus relatos sobre nobles guerreros que enfrentan a temibles dragones
y hechiceros como simbolismo.
Y es aquí donde los
seguidores del Power Metal pueden argumentar que este género tiene algo extremo,
y es que, si bien toma todos esos elementos del Heavy Metal para mantenerlos
puros, lo hace de una manera excesiva. Ya he hablado suficiente sobre su
valoración hacia la técnica, ensalzándola aún más que cualquier banda de Metal
tradicional, como también el refugiarse en las narrativas épicas en su parte
lírica, cosa que redunda también en las portadas y puesta en escena de las
bandas de este género; consecuencia de esto, aquí también se explota la
masculinidad propia del metal, siendo claramente los héroes de sus canciones
hombres apuestos y viriles ¿y cómo pasar por alto la hipermasculinidad de una
banda como Manowar? En esto, el Power Metal comparte ese rasgo de “inyectar
esteroides” que también poseen sus géneros hermanos del Speed Metal y el Thrash Metal, agregado al hecho de permitir el uso de tempos veloces no existentes en
el Heavy Metal original, casi hasta el hecho de ser otra de sus características
principales.
De especial interés, en
todas las fuentes consultadas se subraya el carácter marginal dentro del mismo
Metal, y por ello no se vio afectado cuando el Grunge y la circundante música
Alternativa destronaron a géneros como el Glam Metal y el Thrash Metal del foco
de la popularidad a inicios de la década de 1990. Pero su desquite vendría
justamente a fines de esa década y cambio de milenio, cuando por alguna razón
el mundo del Metal volcó su atención hacia el esteticismo y la alta cultura
(¿investigación pendiente?), compartiendo escenario con las variantes melódicas
y sinfónicas de los géneros extremos, llegando incluso a incorporar este tipo de
elementos. Recuerdo que en esas épocas era casi imposible encontrar un bar de
Metal que no tuviera una larga tanda de Power Metal, retomando incluso a
influencias del género como los clásicos Iron Maiden, o pioneros como Helloween.
Y creo que eso fue lo que
en lo personal me desmotivó a seguir al Power Metal, como todo auge se llegó a
un punto de saturación que los menos convencidos nos aburrimos más bien pronto.
De repeso, ese distanciamiento, y a veces desdén altivo, con el Punk hicieron
poca mella en mi fuerte vena crestona, y hablo de una época en que me estaba
alejando de dicha tribu urbana. Adicionalmente, y como lo he mencionado en
otras columnas y en mis transmisiones en vivo, tiendo preferir lo visceral,
zafio, y crudo, y los altos valores estéticos del Power Metal no satisfacen mi
necesidad de adrenalina y arte violento, y la épica se me hace tremendamente
cursi. Pero el veneno de unos es ambrosía para otros, de seguro lo que acabo de
describir son motivos suficientes para los fans del Power Metal para justificar
su afición a este género, y espero haberles ayudado a reconocer estos elementos
de no tenerlos ya identificados. Ahora en estas épocas de encierro y con lo que
acabo de escribir, de pronto le doy una nueva oportunidad al Power Metal ¿quién
sabe?
¡Cuernos arriba!