Por: Alejandro “El
Profe” Bohórquez
#ElProfeDelMetal
Un saludo metalero. Hace un
tiempo la revista DECIBEL declaró 2017 como el año del Death Metal debido a la
cantidad de lanzamientos hechos por bandas importantes, pero dadas publicaciones
recientes como la de la revista Kerrang! haciendo un listado de las 50 bandas
de Death Metal más importantes de los últimos años, o BangerTV haciendo un Lock Horns sobre el Death Metal Moderno, parece que esta es una tendencia para rato.
Aunque desde los inicios de este milenio se habla de un revival del Thrash Metal,
que a pesar de lo que digan los “eruditos”, no parece morir y los fans no se
cansan de ser supuestamente repetitivo; cada vez veo más publicaciones y
lanzamientos alrededor del Death Metal y todos sus subgéneros, de pronto sea
por un sesgo personal, pero lo encuentro divertidísimo. Así que de una manera
personal quiero ofrecerles en este espacio las razones por las que considero al
Death Metal el mejor de los hijos del Heavy Metal, y la alegría que me produce
este reciente auge:
Lo primero, y el rasgo
más evidente del Death Metal, es lo Over the Top que es este género extremo,
lo EXCESIVO que puede llegar a ser, desde sus sonoridades de afinaciones bajas,
altas distorsiones, baterías explosivas y voces guturales; a lo explícito de
sus portadas, líricas y estética en general que no se desvía en simbolismos y
ambigüedades. El Death es un claro ejemplo de la estética que sumaba camp con
violencia predominante en lo últimos años de la Guerra Fría (piensen en las
películas slasher, Mortal Kombat o Image Comics), y desde entonces ha
logrado perturbar hasta a sus mismos fans, y es lo que los no conocedores oyen
en su cabeza cuando oyen hablar de Metal extremo, demostrando la relevancia de
su impronta. En este género extremo no hay concesiones de ningún tipo, y estoy
completamente seguro, que de seguir el ejemplo de otros géneros musicales de la
época en que nació, se le llamaría “Hardcore Metal”.
Este exceso va de la mano
con un tema corporal que no se limita a las sangrientas portadas, las líricas
descriptivas o lo demandante de su interpretación musical, sino que es una
música donde el oyente no se puede quedar quieto de ninguna manera, haciendo
que su cuerpo reaccione. Así que un buen tema de Death es genial para un pogo, cabecear
como un loco, ir a buen paso por la calle, o abrirse paso por Transmilenio; el
hecho de tener ritmos tan marcados en toda su instrumentación, siendo de lo que
más se caracteriza en realidad, lo acerca bastante a la música
rítmico-energéticas, en especial el componente de inyección de adrenalina que
esta busca proveer. Esta corporalidad también alude a la sensación que produce muchos
de sus seguidores, quienes notoriamente sienten tener tres metros de altura y
gran fortaleza física al entrar en la catarsis colectiva que representa un
concierto de Death Metal, lo cual lleva también a que los atuendos sean más
holgados y cómodos que los de otros subgéneros.
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Sí, este soy yo expresando su corporalidad |
Precisamente, otra característica interesante del Death Metal es su talante grupal en el que los eventos alrededor de este se perciben en el mejor de los casos como una fiesta donde todos se divierten, así en nuestra cultura se entienda por fiesta estrictamente chucu-chucu. Si bien persistirán en algunas personas actitudes de exclusividad y de creerse el poseedor único de un género musical, en mi experiencia reciente suele haber cierta tolerancia dentro de los conciertos de Death Metal por los demás asistentes mientras nadie se ponga a fregar la vida, y en muchos casos es evidente cierto espíritu de camaradería luego de tantos pogos y lluvias de cerveza (que se agradecen para bajar la temperatura), otorgando el aludido carácter festivo que pocos fuera parecen reconocer. Hasta donde alcanzo a ver, la música ya de por sí es lo suficientemente fuerte para espantar a quienes no la toleran, y desde los músicos de las principales bandas se admite que la violencia es ante todo espectáculo que lleva a sus participantes de un lugar negativo a uno positivo, así que no hay necesidad de posturas de quién es el más “verdadero”, y más bien se puede encontrar personas afines.
Apelando a mi lado más
ñoño, en una de mis discusiones con Deena Weinstein ella sostuvo que el Death
Metal tiende a ser más global al apelar a temas comunes y universales como la
muerte, la destrucción o el gore, además de ser el inglés la lengua franca;
argumento que aprovecho para explicar desde la geopolítica la influencia naval
sobre este género. Por otro lado, el internacionalista en mí encuentra muy
entretenido cómo distintos espacios geográficos han dado pie a la generación de
sonidos distintivos, unos más marcado que otros, y entre fans se habla del
sonido floridano, el sonido sueco, o el suramericano, por nombrar algunos. De hecho,
es también muy curioso encontrar bandas que describen su sonido como el de un
país, región o ciudad distinta de la cual provienen, incluso llegando a hacer
peregrinaciones al estudio donde se dio su origen.
Y desprendiéndose de lo
geográfico, algo que salió a flote en la discusión que tuvimos par años atrás en el Externado, Rich Montenegro, el ponente que representó a Colombian Death
Metal comentó sobre una de las ventajas de este género extremo, y es que hay
para todos los gustos. Desde lo más elaborado y cerebral en el Tech Death o el
Progressive Death, hasta lo más visceral y punkero con el Raw Death Metal o el
Deathgrind (yo considero al Grindcore género cercano y aparte, pero muchos
autores lo ven como la variante británica del Death Metal, y las escenas suelen
traslaparse); se puede ir desde lo más melódico con el Melodeath, hasta lo más
salvaje con el Brutal Death. De este modo, es posible mantener una alta variedad
de estilos y de gustos dentro de un mismo escenario, que no solo mantiene a
todos los interesados tranquilos, sino que de entrada no hay enclaves fuertes
alrededor de un subgénero (al fan promedio del Death le gustan todos o una
amplia mayoría).
Pero lo principal, y que
se deduce de todo lo escrito en esta columna ¡ES QUE EL DEATH METAL ES
PUTAMENTE DIVERTIDO! A diferencia de otros subgéneros, ya sea por razones
políticas y/o espirituales, el Death Metal no se toma demasiado en serio a sí
mismo, e incluso hay un espacio saludable de humor (por macabro que éste sea). En
adición a la ya mencionada comodidad de las prendas propias del estilo, aquí
también se admite más color que el homogéneo negro, habiendo complementos con
cualquier otra croma que realce lo explícito y transgresor de la estética. Pero
el trasfondo de todo esto, el Death Metal es ese espacio donde uno puede
quedarse en esa edad donde las narrativas de horror siguen siendo divertidas,
hasta hilarantes, y que los fluidos corporales y lo grotesco tienen un
componente hilarante. Aquí no hay nada más placentero que el hiperactivo
impulso de causarle shock a los demás.
Esta columna no ha sido
en ningún modo un ataque a los demás géneros extremos, que cada uno tiene sus
importantes aportes, solo es una nota celebratoria haciendo más explícito al
que celebra precisamente… ¡lo explícito! Por eso una vez más digo que es genial
que el Death Metal dé muestras de buena salud, y que cada vez pase más tiempo
descubriendo nuevas bandas y nuevas propuestas que mantienen la diversión
andando; como también la discusión de si existen nuevos subgéneros como el “Cavernous
Death Metal” (Portal, Tomb Mold o Gatecreeper parecen ser algunos de sus
principales representantes), o si es mejor considerar al Death Metal como un
todo unificado. Cualquiera que sea la respuesta, lo mejor es que haya diversión
para rato, diversión catártica y sin refinamientos que logra mover hasta lo más
profundo de las tripas, hasta rayarle los más siniestros pensamientos hasta terminar
golpeado, bañado en cerveza y cagado de la risa.
¡Cuernos arriba!