Monday, June 17, 2019

UN BUEN MOMENTO


Por: Alejandro “El Profe” Bohórquez

#ElProfeDelMetal

Un saludo metalero. Recientemente estaba revisando algunos videos sobre tendencias y modas musicales en los últimos 60 años, y obvio al oír lo que sonaba mi esposa me preguntó: “¿ahora andas escuchando Reguetón?”. Por supuesto, negué tener mayor interés por el género musical que actualmente domina los grandes medios, y que además lleva casi dos décadas de reinado para sorpresa de sus detractores. A todas luces, el reguetón no posee los elementos musicales y emocionales que hacen que me interese en un género musical, tales como la rabia, la intensidad, la distorsión, y cierto espíritu beligerante de incomodidad; sumado al hecho que el estar tan de moda hace que mi hípster interior pierda interés. Acto seguido, en la conversación que sostuvimos también surgió otra pregunta: ¿qué tendría que pasar para que me interesara dicho género?

La pregunta no es del todo descabellada, mal que bien los géneros que fueron agrupados como Rock n’ Roll durante la década de 1950 y el posterior Rock marcaron la moda del momento, y hasta la década pasada su influencia en la música Pop era notoria. Lo interesante aquí, es cómo a pesar de las modas el Rock y sus derivados lograron devenir en los géneros y subgéneros que se catalogan como Música Extrema, llegando incluso a la creación de un género nuevo en el Heavy Metal, que ha marcado la pauta en este tipo de sonoridades. De manera análoga, en la Electrónica con el paso del tiempo también se han desarrollado familias de subgéneros[1] como el Industrial, el Hardcore Techno o el Drum n’ Bass que bien pueden considerarse extremos, y satisfacen las condiciones expuestas anteriormente. De hecho, en el Rap está el Horrorcore cuyas líricas son bastante cruentas, algunos MC guturean, y hay samples de películas de terror y Metal Extremo. ¿Podría pasar algo similar dentro del reguetón en las próximas décadas?

Por lo pronto, considero que el pensar que algo así se dé es ver las cosas de una manera muy lineal, ya que no necesariamente todos los géneros musicales evolucionan hacia esa pulsión tanática. A manera de ejemplo, podemos evidenciar cómo en la música tropical no se ha llegado a ese extremismo, aunque algunas canciones de Salsa hacen referencia a la muerte, las drogas y la delincuencia, a la larga siguen siendo música fiestera; algo similar sucede en la música popular, los Narcocorridos sin sus letras violentas suenan a cualquier otro Corrido (y por eso no se incluyen dentro de la Música Extrema). De hecho, el conservadurismo propio de la Música Folclórica no permitiría tales devaneos. Todo esto, tiene que ver con el carácter o propósito original detrás de cada género musical, a la larga, los géneros electrónicos citados siguen teniendo el baile como punto de referencia (aunque es chévere ver a los ultras del Feyenord Rotterdam haciendo mosh con Hardcore Techno), y el Horrorcore mantiene las reivindicaciones étnicas propias del Rap. De ahí que sea dudosa la posibilidad de un Reguetón extremo.

He aquí el meollo del asunto, desde sus orígenes el Rock tiene un marcado espíritu de rebeldía desbocada, heredada con toda certeza del Blues con figuras como Robert Johnson y su mítico pacto con el Diablo, además de fundar el Club de los 27. Ya sea por las tensiones de la integración racial, el choque intergeneracional, las debacles de la post-industrialización, o el descontento ante los excesos de la globalización, el Rock y sus derivados han servido como banda sonora a estas manifestaciones, y se mantienen como el nicho natural de los que estén inconformes por una razón o la otra, o porque sí. Es más, desde la década de 1960 se ha intentado declarar su muerte, pero de alguna manera ha mantenido su vigencia a pesar de los intentos por domeñarlo con estupideces contradictorias como Soft Rock o Adult Oriented Rock, aunque en la actualidad existan más argumentos para su acta de defunción debido a su ausencia en las ya mencionadas tendencias de moda.

Es en este punto, donde considero que precisamente es un buen momento para el Rock, el Metal, y demás géneros y subgéneros asociados en mantener ese carácter originario de rebeldía al pasar de ser la música de moda a una música de culto. Precisamente, al ya no estar en el foco de la atención de los grandes medios, y encontrarse de nuevo en las periferias de la música, estos géneros musicales pueden demostrar qué tan rebeldes y contracorrientes son en realidad, además de haber contado desde hace rato ese carácter cultista que hace que todos sus seguidores deban tener casi que una devoción completa y un conocimiento enciclopedista de su historia (lo cual ha traído consigo también cierto inmovilismo, hay que decirlo). Y en esto insistiré tercamente, de mantener ese carácter rebelde hay que abstenerse de esos intentos de elevarlo a un “alto arte” como sucedió con el Jazz, la técnica por la técnica hace que se pierda esa intensidad de la inmediatez rebelde.

Como lo he dicho en repetidas ocasiones, mientras haya jóvenes iracundos y alborotados habrá Rockabilly, Rocking Blues, Garage Rock, Psychedelic Rock, Heavy Metal, Punk Rock, Hardcore Punk, Thrash Metal, Death Metal, Black Metal, Grindcore y lo que siga y me haga falta por nombrar, ningún otro género musical hasta el momento proporciona tal nivel de adrenalina. Las condiciones están dadas para dejar las tendencias acomodaticias que han marcado las últimas décadas, y de todos modos, por lo menos en el caso colombiano no es que la juventud haya sido siempre 100% rockera, más bien estos han sido los bichos raros e insisto en que este es su espacio. Si aparece algo que satisfaga igual o más esa necesidad de adrenalina, bienvenido sea, pero mientras tanto, es hora que los bichos raros mantengamos esa rebeldía sin causa que nos caracteriza.

¡Cuernos arriba!


[1] Sobre este tema escribiré más largo en otro espacio o en este si lo prefieren, escucho ideas.

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